Santa Luisa de Marillac

LUISA DE MARILLAC
Nace el 12 de agosto de 1591 en París. Era hija natural de un noble, Luis de Marillac. Nunca supo quién era su madre. Su padre le proporcionó una educación exquisita en el Monasterio de Poissy, dónde tenía una tía religiosa y dónde se educaban niñas nobles. Allí permaneció hasta la muerte de su padre que pasó a un pensionado para jóvenes, no de condición elevada sino de clase media baja. Allí se les preparaba para llevar dignamente una familia y la parte doméstica de una hacienda. De esta manera se completó la formación de Luisa para lo que el Señor la destinaba. Su personalidad se hizo fuerte, decidida, aguda par los negocios de toda clase.
El siglo XVII es un siglo de guerras y miseria pero también de gran explosión religiosa. Intentó entrar en un convento capuchino, pero fue rechazada por su delicada salud. Tras esto, tuvo que aceptar un matrimonio arreglado por su tío Miguel de Marillac con Antonio Le Gras. Se casó en 1613 y tuvieron un hijo, al que ama con inmensa ternura volcando en él las caricias y el cariño que ella nunca recibió.
En 1625 su marido muere tras una larga enfermedad. Ella anhela entregarse por entero a Dios. Por mediación de su director espiritual conoce a Vicente de Paúl y se convertirá en su gran colaboradora. Vicente le encarga visitar las caridades y, a pie, en coche, cabalgando, recorre todos los caminos. Su cordialidad, su dulzura, su delicadeza hacen maravillas. Otras jóvenes, llenas de entusiasmo, se presentan para servir a los pobres y Luisa las reúne en su casa. Así nace la Compañía de las Hijas de la Caridad en 1633.

Bajo su dirección las nuevas hermanas oran, escuchan el Evangelio y se forman para atender a los enfermos, a los niños, a los galeotes, a los ancianos, a los mendigos, a los soldados heridos en las guerras… ninguna necesidad les es ajena. Es el amor de Cristo el que impulsa a Luisa para “Servir a Jesucristo en la persona de los pobres”. Muere el 15 de septiembre de 1660.

“Tengan gran cuidado del servicio de los pobres y sobre todo de vivir juntas en una gran unión y cordialidad, amándose las unas a las otras, para imitar la unión y la vida de Nuestro Señor” (Testamento de Santa Luisa )